El ser humano se resiste al cambio.
Vivimos una relación de
amor-odio con la rutina. Pero cuando un agente externo intenta modificar el
cómo hacemos las cosas nuestra reacción siempre es defensiva.
Todas las teorías y metodologías relativas a las mejoras en la
gestión de empresas pasan por esta extraña y temida etapa y todos los
profesionales (internos y externos) empeñados en formar, implantar y/o
gestionar estos cambios siempre chocan en mayor o menor medida, o con mejor o
peor fortuna, contra la oposición del personal de la empresa, a todos los
niveles.
La mejora de una empresa viene dada por la mejora de todos sus
trabajadores (no hablo de sustituir personal, despedirlo o modificar sueldos).
El primer paso es valorar el trabajo que cada uno desarrolla. Necesitamos que
una persona, y aquí opino que es mejor alguien externo, estudie el qué y el cómo de nuestro trabajo diario y rutinario, lo valore y nos dé su opinión.
Para que esto tenga algún
valor debemos tener la mente muy abierta y despierta para recibir esa crítica,
y capacidad para reflexionar sobre la misma. Conociendo nuestros puntos débiles
y fuertes podremos evolucionar profesionalmente.
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